martes, 5 de agosto de 2014

Naturaleza quemada y muerta



Los girasoles de Van Gogh parecen seres vivos y animados celebrando algo, sus pétalos revueltos como agitados por el viento es una amabilidad del autor, un eufemismo, una muerte divertida.
Están muertos, cortados y arrancados de la tierra, agonizando en un florero.
Yo no soy tan amable. Mi girasoles y mis rosas están arrasadas por demasiada vida, por demasiada luz. Las hojas ya están marchitas, como si la muerte escalara el tallo, en un avance imparable hacia las flores, que lucen serenas y heridas.
Mis flores son más trágicas que la vida misma. Bellas como heroínas.


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